sábado, 9 de agosto de 2014

LA REPRODUCCIÓN ANIMAL

En los animales superiores, las relaciones sexuales entre dos individuos de una misma especie, macho y hembra, garantizan la reproducción sexual, es decir, la formación de uno o de varios nuevos individuos, lo que garantiza la supervivencia y continuidad de la especie en el planeta.
Todas las especies animales tienen ciclos durante los cuales las hembras entran en ‘calor’ o celo, que es el período propicio para el apareamiento, es decir, para tener relaciones sexuales. Las hembras aceptan sexualmente a los machos sólo durante estos períodos, pues el apareamiento tiene como único fin la reproducción de la especie. La especie humana y algunos monos son la excepción a esta regla, porque sus individuos pueden tener relaciones sexuales sin fines reproductivos.

En algunas especies es difícil a simple vista reconocer un macho de una hembra. En otras, los machos y las hembras tienen dimorfismo sexual, es decir, se distinguen por tener características físicas diferentes como el tamaño, el color, la melena, las crestas, los cuernos, etc. Hay dimorfismo sexual, por ejemplo, entre el gallo y la gallina, el león y la leona, el hombre y la mujer, y entre los machos y hembras de algunas aves como los toches, los piscos y los pavos reales, entre otros.

Con frecuencia, los machos de una especie luchan entre ellos con patadas, mordiscos y gruñidos para determinar quién es el macho dominante de la manada, quién es el dueño del territorio y quién es el más fuerte para reproducir la especie. Estos combates pocas veces son mortales. Cuando llega la época de reproducción, el instinto hace que el macho y la hembra, que poco antes se ignoraban y a veces se trataban con hostilidad, ahora se busquen y se cortejen. Los animales emplean todos los sentidos para el apareamiento: el olfato detecta las feromonas sexuales del otro sexo; el oído distingue sonidos que guían y atraen a la pareja; la vista descubre formas, colores y movimientos que desencadenan la atracción sexual; el tacto, el gusto, el olor y la entrega calman la agresividad y el miedo y confirman la unión de la pareja.



Los rituales de cortejo

Cada especie realiza sus propios rituales de cortejo: las caricias, los besos, los abrazos, los cantos, las danzas estimulan la producción hormonal y llevan al apareamiento. El cortejo de los elefantes empieza con una lucha a trompazos y termina en un abrazo; la ballena jorobada macho sopla persiguiendo a la hembra hasta que ella se tiende de costado y permite la unión de sus vientres, juntos se sumergen en picada, se levantan en posición vertical y se aparean; las mariposas giran y danzan en el aire; muchas aves macho exhiben sus plumas de colores brillantes o adornan su territorio con llamativos objetos; el martín pescador ofrece un pez a la hembra; el gallo picotea el suelo en busca de comida, para atraer la atención de la gallina; los pericos se acarician y los pavos reales danzan; algunos peces macho se iluminan de colores vistosos en el vientre y las aletas y ejecutan danzas de gran belleza; los escorpiones levantan sus colas en una danza ritual.

El apareamiento

Cada especie se aparea de manera diferente: en algunas especies de peces y ranas, la hembra desova, es decir, pone los huevos en el agua, y el macho los fecunda al soltar de inmediato el esperma o semen que contiene los espermatozoides. Las aves unen sus cloacas que se ensanchan, y los espermatozoides eyaculados por el macho en el interior de la hembra suben por el oviducto hasta encontrar los huevos para fecundarlos. En los mamíferos, el macho introduce el pene en la vagina de la hembra y eyacula millones de espermatozoides que suben hasta el óvulo para fertilizarlo.

ESTAMOS A TIEMPO


El Niño es un evento de naturaleza marina y atmosférica que
consiste en un calentamiento anormal de las aguas superficiales
en el pacífico tropical central y oriental.

Se han identificado efectos perjudiciales a diferentes niveles.
Desde el punto de vista de la inflación, el más sobresaliente es el
relacionado con la reducción de la oferta agrícola, a causa de las
menores precipitaciones y de su impacto sobre los precios de los
alimentos, al aumentarlos transitoriamente.